13.11.18

Don't call me baby, baby just 'cuz you can!

Recientemente conocí a alguien que me comenzó a decir "baby boy".
Pasado el tiempo y las cosas se comenzaron a poner un poco serias, se disculpó por haber creado una expectativa y un vínculo que, aparentemente, no sabía que existía.

Mi opinión, y la razón de este blog es sobre el hecho de usar apodos o sobrenombres con alguien.

1. Crean un vínculo. El apodo puede ser tan romántico como bebé, corazón, mi amor, etc. normalmente se usan cuando una pareja se encariña y están en la fase romántica. No necesariamente tienen que haber comenzado la relación formalmente pero la fase romántica define la "necesidad" de usar algún apodo para hacer saber a la otra persona que se le tiene afecto, cariño o amor.
Lo más importante, genera expectativas. Cuando una pareja comienza a usar un apodo así, es porque quiere hacerse notar y resaltar de que tiene sentimiento hacia la otra persona. De aquí que las expectativas suelen ser positivas y van acompañadas de buenas reacciones (sin dejar de mencionar que algunas buenas ocasiones son la causa de pronta terminación de lo que pudo haber pasado).

2. Generan un sentimiento. Aunque puede parecer al punto anterior, aquí quiero expandir la última oración anterior. Cuando se emplean apodos de cariño o simpáticos, suelen generar un sentimiento recíproco y generalmente es bien recibido. Creo que se deben de usar este tipo de apodos cuando se quiere generar ese sentimiento para un efecto positivo. Por ejemplo decirle princesa a mi hija, reina a mi mujer, etc.
El problema es cuando se emplean apodos de cariño y se trata de evitar que se genere ese sentimiento. En está situación, simplemente basta con no jugar con los sentimiento de la otra persona. ¿para qué usar un apodo de cariño cuando no se quiere que se nos regrese cariño?

3. Razón inconsciente. Existen varios apodos que usamos que tienen una razón consciente e inconsciente a la vez. Seguro te ha tocado escuchar que a alguno de los amigos de alguien le dicen "el gordo" o "el flaco" o "gordis" o "chaparro".
Para muestra basta un botón, y yo he usado el último apodo con alguien. Le decía chaparro a una persona querida por tener una estatura baja con respecto de mí. Y no fue para nada mi intención hacer alguna referencia a su intelecto ser menos que el mío o que alguna otra cosa fuera relativamente menos que yo. Siendo honesto, usar ese apodo generó un sentimiento tan contrario a mis intenciones que me convencí en dejar de usarlo aunque para mí, en ese entonces, era una muestra de cariño.
El punto es que decirle a mi amigo que tiene sobrepeso "gordo", demerita mucho a la persona en su autoestima. A veces no somos conscientes del daño que puede generarse y de lo mucho que le puede costar a la persona en cuestión tratar de cambiar para mejorar.

Finalmente creo firmemente en dos cosas.
* Nuestras palabras pueden hacer mucho bien cómo pueden hacer mucho mal. Hay que tener cuidado de lo que decimos y del efecto que podemos causar. No está demás en ser coherentes con nuestras intenciones.

* DON'T CALL ME BABY, BABY JUST CUZ YOU CAN!
(Canción de mi querida Geri Halliwell en su álbum Scream if you wanna go faster)


No hay comentarios.: